Eduque su lengua y mejore su salud cardiovascular

La cantidad de sal recomendada en una dieta es de 2.300 mg al día, equivalente a 1 cucharadita distribuida en todos los alimentos que ingerimos.  No obstante, nuestra dieta supera muchas veces esa cifra, lo que incrementa la posibilidad de enfermedades cardiovasculares como hipertensión e insuficiencia cardiaca.  El gusto a la sal es un gusto adquirido a lo largo de nuestras vidas, hemos entrenado a nuestras papilas gustativas a percibir los alimentos y a tolerar cada vez más el sodio, lo que explica que muchas personas requieran más sal para saborizar los alimentos. Este gusto se puede volver a entrenar en 10 a 14 días.

En nuestra dieta lo que no se percibe como salado lo consideramos como poco apetecible. Sin embargo, en otras culturas con dietas consideradas más saludables, en donde los alimentos tienen poca cantidad de sal, las personas que los consumen perciben los sabores propios de los alimentos y toleran mucho menos aquello que tiene una gran cantidad de sal. Es así como sabemos que la educación de nuestra lengua es un proceso que puede ayudarnos a percibir otros sabores que sustituyen la sal y con esto reducir la cantidad de sodio de nuestra dieta, y por tanto el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

El entrenamiento de la percepción de sal es un proceso que requiere reeducar a nuestro cerebro a tolerar menos sal y percibir otros sabores que aportan nuestra alimentación. Es un acondicionamiento que requiere sustituir la sal por otros gustos que se van adquiriendo al momento de percibir otros alimentos con poca carga de sodio, una estrategia sencilla es usar hierbas frescas, cítricos, mezclas de especias sin sodio o vinagre saborizado.

A continuación, detallamos algunas recomendaciones para educar a nuestro paladar en el consumo más bajon de sal.

Tenga paciencia

Puede experimentar una disminución de la percepción agradable del sabor de los alimentos, pero otros gustos y sabores fabulosos surgirán en dos semanas.

Esconda el salero

Guarde el salero lejos de alcance de su familia, donde cueste trabajo encontrarlo en caso de requerir su uso.

Experimente

Agregando sabor con hierbas, especias, ajo, cebolla o limón. Las combinaciones de hierbas y especias sin sal están ampliamente disponibles y se pueden usar para dar sabor a los alimentos.

Reduzca

Disminuya aún más el sodio en sus comidas para permitir el sodio en sus refrigerios. Hágalo gradualmente, inicialmente reduzca un 25% de sal de la que consume para que las papilas perciban otros sabores.

Escoja

Seleccione productos con bajo contenido de sodio, como mezclas de especias y lea las etiquetas para conocer el tamaño de la porción y el contenido de sodio de los alimentos enlatados, embotellados y congelados.

Distinga

Elaborando una lista de alimentos saludables bajos en sodio para sustituir. Puede valerse de aplicaciones o de información de los productos.

Solicite

Demande que su comida sea preparada con poca sal, especialmente cuando salga a comer fuera de casa.  Pida que le pongan aderezos o salsas a un lado, evitando los quesos y las picaditas.

No agregue Sal sin antes probar

Enseñe a los miembros de la familia a probar la comida antes de agregar sal.

Evite la comida rápida

Si esto no es posible, elija restaurantes que ofrezcan frutas o verduras sin salsas ni aderezos.

Pregunte

Pregunte a su médico si puede utilizar sustitutos de la sal que contengan potasio.

No consuma sales con otros minerales

La sal rosada, sal del Himalaya, entre otras no suelen tener menos cantidad de sodio y el aporte para la percepción del paladar hace que agreguemos más de aquella que debemos consumir. Adicionalmente aportan otros minerales que no son necesarios ingerir.

Infórmese

Mire las etiquetas de los medicamentos de venta libre. Evite los productos que contengan carbonato de sodio o bicarbonato de sodio.

Consuma frutas y verduras frescas

Estos alimentos son naturalmente bajos en sodio. Además, una dieta rica en frutas y verduras brinda beneficios adicionales en la reducción de la presión arterial.

Haga una dieta DASH

Por sus siglas en inglés (Dietary Approaches to Stop Hypertension), requiere que la persona coma de cuatro a cinco porciones de fruta, cuatro o cinco porciones de verduras y dos o tres porciones de productos lácteos bajos en grasa, y todos los alimentos deben contener menos del 25 por ciento de grasa total por porción. Si desea más información consulte este enlace.

 La educación de nuestro paladar es fundamental para cambiar los esquemas de percepción a los cuales está acostumbrado nuestro cerebro. Un alto consumo de sal es perjudicial para nuestra salud, por lo que, al igual que nos educamos en hábitos o entrenamos para lograr objetivos, usar estas recomendaciones podría beneficiarnos para lograr la meta de reducir la sal en nuestra dieta.

Dr. Roberto Arregui